lunes, 10 de mayo de 2010

Un pensamiento personal del día de las madres que empezó de noche.

Es la primera hora del 10 de mayo del 2010, y los recuerdos de antaño me hacen derramar una mínima lágrima que ahora me impide ver lo que escribo. A mis casi 28 de edad, aún me da por llorar en las noches después de un mal sueño, solo que ya no me acompaña mi hermosa madre que con su sola respiración me hacía recuperar la calma, no me duele, solo a veces lo extraño. Ahora tengo un cuerpito de apenas tres años que logra que me calme en las noches de inquietud, con solo tocar su manita ya puedo sentir la calma en mi interior. Hoy es 10 de mayo y voy descubriendo la ternura que había olvidado, he recibido flores muchas veces, las ultimas en días pasados, un ramo que me mando mi hermana con todo cariño y que el terrible calor del desierto no perdonó, otra una rosa roja, casi guinda que me trajo mi marido, sin mensaje, creo.

No sé si era ya la media noche, pensaré que sí, cuando mi hijo gritaba –¡chihuahua papá no cedaste mien e vaso!- y yo lo acompañe repitiendo la frase, me pareció gracioso, a mi marido no, tomando tono de seriedad le pedí una servilleta para limpiar la leche de las piernas de mi bebé, pero no la tome yo, mi hijito se apodero de ella y limpio ese reguero, me olvide del asunto y seguí viendo mi película, de pronto la tierna voz de mi querube me decía –ten mamá una fode- , la servilleta poco húmeda y mucho arrugada parecía una rosa blanca muy abierta y relajada, la flor más linda que he recibido en toda mi vida, sin desmeritar el amor con el que han llegado otras, pero esta en especial tiene la esencia de la ternura, de la inocencia de los tres años de este hijo mío que me bendice al ser madre.

Tenía muchos reproches para este día, y no es para menos pues hoy 10 de mayo no veré a mi madre, y la economía no da para un regalo decente o digno de ella, ahora ya no tengo abuelas, y mis tías no quieren saber de mi. Para mi suegra linda y atenta tampoco tengo nada que ofrecer y en cambio voy a dejarle a mi hijo mientras salgo a la escuela para hacer un trabajo en equipo y asistir a una clase. Pero guardaré este tipo de sentimientos para después, agradeceré por la dicha de tener madre aunque este día no la vea, y agradeceré la presencia de mi suegra a quién dejaré mi más grande tesoro, por un rato. Qué más puede pedir una madre, sino otra que le eche la mano en estos tiempos modernos que nos hacen salir a trajinar fuera del hogar.

No tengo excusas para quejarme, y no lo haré. En mi refrigerador hay un pastel que mi padre me compró para celebrar este día, y sobre el esquinero esta un ratón muy lindo que dice felicidades que me envío la hija de mi esposo, mi pequeña Sofia. Las flores siguen en pie de lucha, sobre la mesa en la cocina en un florero improvisado.

Estoy sana y completa, para cuidar a mi hijo. El verano pasado me dio la varicela y solo rogaba al cielo porque mi hijo no se enfermara junto conmigo, quería estar sana para poder atenderlo cuando se requiera, hasta eso se me ha cumplido, hoy mi hijo tiene varicela y yo he podido cuidarlo, y hasta este momento me doy cuenta de lo afortunada que soy, soy una madre sana que puede brindar a su hijo las condiciones de cuidado que requiere. He recibido más besos y abrazos, y ahora hasta flores de este niño que me deja ser su madre, cuando nació me sentía incapaz de protegerlo y cuidarlo, mas tenía la certeza de que lo lastimaría, hasta que alguien me dijo: -señora, ese bebé aguantará lo que tenga que aguantar, a fin de cuentas él la escogió para ser su madre y no usted a él para que fuera su hijo, tranquila todo estará bien-.

Ahora no sé si lo hago bien o no, lo que si sé es que este 10 de mayo me siento diferente y soy muy feliz, esperare los abrazos, esperare a que amanezca, esperare los mensajes y las felicitaciones que si no llegan no importa, mi mejor regalo duerme en mi regazo todas las noches.

Sinceramente,

La mamá de René