lunes, 6 de mayo de 2019

Cuando las aspiraciones hacen doler el alma


Esta próximo mi cumpleaños número 37, estoy en una crisis existencial terrible, hay días en los que me cuesta pararme de la cama, la razón muy simple, no soy feliz en mis empleos, estoy rodeada de personas maravillosas en un sistema nefasto que provoca actitudes que poco a poco merman mi espíritu de querer hacer lo mejor en cada espacio en el que me coloco.
Probablemente este comentario sea tomado como un “que flojera leer quejas” así que le anuncio que lo que viene es mucho peor, voy a usar este espacio para describir el sufrimiento que estoy cargando por no tener lo que quiero ahora mismo.
De niña me enseñaron que yo puedo hacer todo cuanto me proponga, jamás me dijeron que eso tiene un precio muy caro, estudie lo que quise sin consultar a nadie, mi profesión es la educación, mi maestría es lo social y mi casi doctorado es la ciudad, valen madre los títulos cuando no se agacha la cabeza, cuando se proponen demasiadas cosas cuando la austeridad esta metida en toda la administración pública de mi país, estado, ciudad y universidad.
Cada vez es más lejano ese sueño de ser profesora investigadora de tiempo completo o de ejercer un puesto de alta dirección para lo que creí estarme preparando toda mi vida, pienso mucho que ya es hora de entender que debí quedarme en mi barrio, trabajando de operadora, ahora mismo tendría 21 años como trabajadora con seguridad social, pero no, ahí voy a brincar la barda para prepararme para una vida mejor, pendeja, ¿qué vida? Si trabajo como burra 12 horas o más al día en dos empleos “flexibles” que me permiten llevar y traer a mi hijo a la escuela y a nadar, no me da tiempo de preparar comida ni de hacer la tarea con él pero lo puedo ver más que otras que le jornalean todo el día por una tercera parte de lo que yo gano, ni hablamos de relaciones de pareja porque ese ya es un tema vedado.  
Pero me enoja mucho no tener para el cine o para las vacaciones con mijo, dependo del servicio médico que me paga mi expareja porque no he tenido dinero para el divorcio y ese fue el trato, me molesta vivir en casa de mi hermana, una casa que yo pago pero que no es mía, gasto mucho en despensa y servicios, y pocas veces cenó lo que a mí me gusta y me quedo dormida a los cinco minutos de prender la tv, y ni hablar de ropa de marcas prestigiadas porque eso ya se torna ridículo. Mi hijo no tiene lujos, lo llevo a escuela pública y la natación es con media beca que consigo porque su padre es catedrático universitario, pero el deporte es caro así que la pensión paga parte de eso.
Mi doctorado está detenido porque no tengo tiempo ni energía de agregar los comentarios de mis lectores y sin eso mis directores no me leen, pero me pregunto, ¿para que quiero otro pinche papel en mi escritorio? Si al parecer no he trabajado lo suficiente para que mi nombre este en las colaboraciones que hago, para qué si la situación está difícil para todas las personas de mi generación y viene peor para las más jóvenes.
Mucho he dicho que mi papel de madre/autónoma/ trabajadora me tiene amolada, pero tal vez sea hora de reconocer que no tengo lo que se necesita para estar en mejor posición, tengo amigas más jóvenes que ya tienen un trabajo estable y con beneficios sociales, tal vez es tiempo de reconocer que me equivoque de camino, tal vez es hora de tirar la toalla, ha pero como se batalla cuando lees tantas cosas de autoayuda y positivismo, cuando le crees a las amistades y amores que eres única, chingona, valiosa para el mundo, como cuesta dejar todo intento de ir por más cuando volteas y te das cuenta de que no depende del esfuerzo personal sino de la porquería de sistema en que vivimos, como cuesta soltar cuando un niño depende de tu ejemplo de valor y fortaleza.
Hoy me siento, triste derrotada.
Hoy quiero llorar por tanto dolor que siento al darme cuenta de mis “privilegios” porque eso significa que si yo que estoy del otro lado no tengo lo que necesito para la dignidad de la vida, ¿Qué será de quienes no saltaron esa barda, de quienes no llegaron a la escuela o la dejaron a medias? Si yo que me esfuerzo tanto en cada espacio en que me presentó, no logró más que burlas, críticas y regaños por no quedarme callada, ¿Qué será de quiénes no saben que pueden hablar, de a quienes el silencio les acompaña por siempre?
Estoy cansada de caminar por metas que ya no sé si alcanzaré, y me muero de vergüenza porque ello implica perder mi discurso de ánimo a mis estudiantes que confían en lo que mañana les diré en clase, ¿Qué les digo ahora que estoy derrotada? ¿Cómo les pido que exijan sus derechos si yo no puedo con los míos?
De donde salen los ánimos cuando se ha perdido la esperanza, falta poco más de un mes para mi cumpleaños y la neta, neta, ya no quiero llegar, prefiero volver allá donde mis 6 años tumbada de panza en la casa de mi ama, comer boli de coco azul y preocuparme solo de sentir la felicidad de ver a mi madre jugar con los gatos y ver el sol entrar por la puerta de una casa que por cierto tampoco era de mi madre aunque ella la pagaba.





jueves, 11 de abril de 2019

VIOLENCIA DE GÉNERO: PARO ACTIVO Y CARTOGRAFÍA EMOTIVA


A raíz del asesinato de Dana Lizeth Lozano Chávez el pasado 5 de abril, la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez aceptó el paro activo que ha sido promovido, organizado y realizado por UNI UNIDA, un colectivo universitario que surge por el hartazgo que provoca el hecho de que la violencia permanente por décadas en Ciudad Juárez ha llegado hasta la comunidad estudiantil. Entre las actividades del paro se realizó el taller literario cartografía emotiva, espacio que trajo a flote un sentimiento permanente en mi vida de mujer, pobre, prieta, flaca, ciudadana de a pie, y además greñuda, características que me han mantenido en la vulnerabilidad desde que era niña y hasta la fecha, y por lo cual me permití escribir lo que ahora les comparto y por lo cual agradezco infinitamente al colectivo juaritos literario del que participan docentes de la UACJ (mujeres) jóvenes amantes de las letras y de esta caótica frontera, quienes fomentaron este sentimiento y del que llevaron una copia del primer borrador para compartir en su página www.juaritosliterario.com, reconozco que escribo desde los privilegios obtenidos durante mi adultez temprana que sin embargo poco o nada garantizan mi vida.

CARTOGRAFÍA EMOTIVA
Soy flaca por los genes zacatecanos, los de mi madre.
Mi cabello es largo porque llevo en él los sentimientos del hombre, los de mi padre.
Soy juaritos porque camino sus calles, es mi identidad.
Mi profesión es la Educación porque es un arma de defensa sobre la desigualdad social.
Empecé a subir de peso porque me llegó la edad.
Deje de ser ciudadana de a pie porque me ganó la responsabilidad familiar.
Sume a la Educación, la política pública y el urbanismo porque la violencia me rebasa cada día.
Corté mi cabello porque se convirtió en un peligro… pero no pude arrancar mi piel.

Esto es respuesta a la anécdota que recordé de mi juventud de inicio de los dos mil, donde amigos estudiantes de psicología que conocí cuando era soricajera (pa no meter gol) me alertaban al cuidado de mi persona porque mi fenotipo respondía al perfil de las mujeres que “desaparecían” desde los noventa en esta ciudad, y de lo que bien recuerdo me aconsejaban que no trenzara mi larga cabellera pues así era más fácil que los magos asesinos me atraparan, digo magos porque desaparecen vidas, almas y familias y en su lugar solo dejan dolor. Aprendí a través del miedo a cambiar mis conductas y estilo de vestir, pero les juro que jamás he logrado quitarme este sentimiento de dolor que la situación de la ciudad me produce.
CIUDAD JUÁREZ, CHIHUAHUA A 11 DE ABRIL DE 2019