sábado, 13 de enero de 2018

¡Viva México!

Cuántas veces no sientes como que se te inundan los ojos al escuchar México lindo y jodido, digo querido, pues déjame contarte como parte de mi promesa de compartir la ciudad al modo que yo la vivo y la percibo, que en días pasados una amiga linda que tengo y su galán me invitaron a conocer un nuevo lugar que se inauguró en el último mes, El mercado de San Benito que ha tenido tal éxito en sus primeras semanas de acción que ya es una batalla para encontrar estacionamiento y a veces hay que hacer fila para que te asignen una mesa, pero como buenos empresarios los dueños se ubicaron bien y abrieron su restaurant 100% ambiente familiar a un costado de Galerías Tec por lo que si no le sacas a caminar un poco más resuelves el problema del estacionamiento, listos ellos y jodidxs nosotrxs que tenemos que ingeniar cómo llegar, punto malo para el nuevo mercado.

Dejando de cosas llegas, con esperanza en panza, y esperas de cinco a diez minutos para acomodarte en un espacio dentro del Mercado de San Benito, y mientras aprovechas para recortar el diseño mexa que se aventaron, ¿original? No, porque es el mismo concepto del Pueblito Mexicano, del Viva México o de las Cazuelas en últimas fechas, lo que cambia es el acomodo de los elementos que si tienen algo de ingenio como cuando presentan las cualidades que todo taquero debe tener en un mural, pero es un asunto muy defeño y ya popular de años atrás, pero que seguro a uno que otro le pasará de noche y dirá que eso estuvo bueno.

Tiene una michoacana, una cantina, y los tacos no podían faltar, éstos últimos te los venden por medias ordenes lo que me recuerda a un lugar llamado Comala, pueblo mágico del bello estado de Colima al que visite en 2005 y que tiene un espacio llamado los portales en donde hay varios lugares para tomar ponche (bebida tradicional del lugar) o cerveza o tu bebida favorita que este en el menú y que cuando ordenas lo que vas a tomar te llegan platillos COMPLETOS NO MEDIAS ORDENES, no solicitados con tacos, o sopes, o tostadas, o cualquier sarta de comida típica mexicana para degustar mientras bebes, y ese es el gancho para que te quedes a consumir más, acá en el nuevo mercadito es algo similar pero al revés, no, no al revés porque acá te hacen explicito el menú de comida allá no, si te lo comes lo pagas igual no crean que es un mundo perfecto, pero acá las cuentas son más sinvergüenzas, es decir, te llega la carta ves las bebidas disponibles y los platillos para degustar y pides lo que hay, pero lo que no entiendo es porque solo se venden por medias ordenes, ahí tienen que cene media orden de tacos al pastor (no el mejor) y termine por degustar también un vaso de papas locas y dos bebidas con tequila de la casa, una margarita (no la mejor) y un cantarito (sí me gusto) que tenía jamaíca y tequila del que solo nos dijeron que es tequila de la casa y hecho por los propios dueños, eso da algo de miedo porque la neta terminas sin saber que chingados te tomaste, al subirme al carro para regresar a casa me di cuenta de que tenía hambre, punto malo para el mercado.

Llegamos a las siete y salimos a las diez, por lo que las nalguitas me dolían porque las sillas son nada cómodas, la tabla a la brava, es como si no quisieran que te quedarás más de diez o veinte minutos ahí, lo cual tiene sentido económico si consideras que entre más gente consuma mejor le va al negocio, pero mi curiosidad era mucha y el chal (expresión mexicana para decir que la plática fue amena) se puso bueno, hablamos de cómo el lugar se decora con puras marcas mexicanas y hasta con productos que no creo que vendan, aunque la neta ni pregunte pues no me interesa comprar una bolsa de papitas o una libra de manteca, punto malo para el mercado.

Total una piensa ¿que de bueno tiene este lugar? Los juegos infantiles son como de cualquier parque inaceptable de esta ciudad, o de cualquier otro lugar en donde dediquen un espacio a los peques, son nuevos, están bonitos, pero están a la intemperie, o sea, es invierno no esperen que mi bebé ande por ahí mientras yo me tomo las bebidas preparadas con sabe Dios qué, que dicho sea de paso estas bebidas asumen la identidad mexa también porque se sirven en vasos de vidrio, de barro o de plano en bolsita como cuando comprábamos sodas afuera de la escuela o de la iglesia y que no te prestaban los envases, pero lo que no terminó por convencerme fue la porción raquítica, cuando ves el menú piensas “oye está a buen precio” pero cuando te vas con la curiosidad satisfecha y con hambre puesta te das cuenta de que no, no está del todo bien, punto malo para el mercado.    


Yo no sé si los años me han hecho más sangrona y amargada, antes alegaba y me divertía buscando algo de justicia para cuando veía o pasaba por cosas que no me gustaban o sentía que me jodían el rato, ahora me limito a comentar con mis amistades pues me he propuesto ser más amable como mi hermano y el galán de mi amiga que no la hacen de tos por nada en el mundo, pero se siente feo que se tarden en llevarte el pinche cantarito con la curiosidad al cien, y más feo se siente que cuando vuelves a preguntar por la mentada bebida te la dejen de malos modos en la mesa, ahí nada más casi aventada, se siente feo ver como se hacen bolas los meseros con tanta gente y que cuando te toca un buen servicio el malo termine por llevarse la propina como nos pasó ahí, y ya para no aburrirte más te cuento el último detalle, el menú ofrece elotes Borunda, y una piensa que Dios existe, pues no, porque tampoco era lo que esperaba, punto malo para el mercado y yo me voy ahora mismo por un elote con chile del que si pica pero poquito, porque esos son garantía "Juaritos rifa y controla".  

domingo, 7 de enero de 2018

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Nada que ver el título con la entrada pero veamos que pasa...

Otra de urbanitas

Una vez el amigo Ed Rabbit me preguntó acerca de cuánto tiempo me llevaría empezar a expresar la vida como una urbanista, mi respuesta fue que tal vez nunca lo conseguiría porque mis estudios y experiencias profesionales no habían estado orientadas desde ese enfoque, y aunque a mis 35 dulces años de vida sigo en la búsqueda del saber, es muy complicado cambiar de disciplina de manera absoluta, sin embargo, ha sido una reflexión que se quedó dando vueltas en mi mente desde entonces y a casi tres años de haber ingresado al programa de Doctorado en Estudios Urbanos veo una lenta iniciación en el ámbito, cosa que se avecina como producto de mis andares en esta caótica Ciudad Juárez (me rehúso a llamarla “heroica” pues es como si aceptará todas las desgracias sociales y urbanas como si esto fuera la ‘Rosa de Guadalupe’), que me han llevado a recabar información sobre las mujeres que son madres y trabajadoras de maquila, esto como parte de la propuesta metodológica que lleva mi investigación doctoral pero de la que no te contaré más para no aburrirte, a lo que si quiero llegar es a compartir una precoz reflexión acerca de cómo voy con este asunto de las expresiones urbanistas.

El asunto es que he batallado un montón para aprender los asuntos de las teorías que explican desde lo urbano por qué estamos como estamos en las dinámicas de la ciudad y de lo que me he dado cuenta es que no puedo desde este ámbito en solitario explicar lo que veo, que jamás son explicaciones sino quejas y críticas al entorno, por lo que me veo en la necesidad de recuperar los principios formativos profesionales de los que soy producto, es decir, soy una profesional de la educación y la mayor parte de mi experiencia ha sido en esta esfera a través de la capacitación como un medio que me ha permitido hacer por mi ciudad más que un soldado adiestrado para seguir ordenes de la administración federal, y esto llegó a mi mente porque necesito poder expresar lo que veo de mi ciudad (como urbanista) a través de lo que vivo y soy en lo cotidiano (profesional de la educación).

Sirva todo lo anterior para abrir este nuevo proyecto, te contaré de mi ciudad así como yo la veo, y la vivo, de la misma manera que lo comparto con mis estudiantes, pero sin la presión de un proyecto final, tal vez pueda elaborar varias secciones a partir de hoy pero por lo pronto la propuesta es contar cómo vivo la ciudad pero como no soy mucho de andar en la calle, salvo para mi trabajo de campo, lo que hay es una opinión acerca de los servicios de consumo que la ciudad ofrece, no hay mucha tela para cortar pero usaré mis experiencias para expresar que yo observó que el área de servicios va en decadencia en esta ciudad que siempre se ha caracterizado por ser hospitalaria.

La capital del mal servicio…

Cuando niña mi madre y mi padre pocas veces me llevaron al cine, por lo que no crecí con esa afición pero cuando conocí al papá de mi jijo hace más de una década, me compartió su gusto por la actividad y yo la acepté sin mayores complicaciones, aunque confieso que no puedo ir si estoy cansada porque seguramente me quedaré dormida media película o más, sin embargo, voy con gusto si mi jijo o mi sista me dicen que hay algo bueno para ver, y todo bien hasta aquí porque uso la tecnología para comprar mis boletos y me ahorro las grandes filas en las que si no llegas con suficiente tiempo y paciencia pudieras perder la oportunidad de entrar a la sala que esperabas, pero por medio de una app no puedo comprar palomitas o el snack que mi chaparro quiere y aquí empiezan mis problemas, porque ir al cine y no comer palomitas siento como que es no ir porque además lo que yo recuerdo con agrado de ir al cine con mi apa y mi ama es eso precisamente el olor a cine que te dan las palomitas, por lo que empieza la aventura de comprar las chucherías que siempre exceden mi presupuesto y que son 10 veces más caras que si compras en la tiendita de tu barrio, pero el colmo de males es cuando tienen el servicio abierto pero no las cajas para poder comprar ¿de qué se trata? ¿alguien más nota esto o soy solo yo y mi forma picky de ver el servicio? Una esperaría que si la película inicia a las 4:35 puedas llegar al cine a las 4:20 y usar 15 minutos para surtir tu horrible charola azul, que además siempre está sucia, pero si llegas a esta hora pudieras estar en tu asiento seleccionado, desde tu bello cel que tu hermano te regalo en navidad, a las 5:10, es decir, casi una hora después de lo previsto, ¿exagero?, no, tengo amistades que en más de una ocasión me han comentado que prefieren ir al cine los lunes en la mañana y llevar sus propios chocolates que aguantar todo esto que les cuento, ahora trataré de explicar.

Ir al cine por estos días es lidiar con mucha gente que como yo quiere pasar un rato agradable, pero todos en conjunto frente a una franquicia que no contrata suficiente personal de servicio, que no capacita lo suficiente para este fin, que para acabar de completar el panorama no surte su despensa para poder satisfacer la demanda de productos que se ofertan, que cierra las ventas a la hora que programa el uso de sus salas al máximo pues lo que se obtiene por resultado es gente como yo pidiendo a la ‘Rosa de Guadalupe’ que la película realmente valga el sacrificio de pasar por ahí, lo único que me falta expresar es que hay niveles, que no todo es generalizable independientemente de la franquicia de la que se trate, también depende de la ubicación, mi experiencia me dice que las mejores pantallas están en sendero, pero que es en donde peor servicio de chucherías hay, que en plaza Zaragoza el servicio es bueno por parte del personal pero nunca tienen lo que ofertan, que en américas es bueno el servicio y sus productos pero en sus salas te da torticolis por la mala posición de la pantalla y lo inflexible de los asientos para salas diminutas. Total, que es un fiasco ir al cine en esta ciudad porque es excesivamente caro y excluyente de las mayorías que están en el margen de la economía juarense.


La observación sobre cómo se desarrollan los servicios, la identificación de las causas y efectos de éstos son los principios básicos de la capacitación; observar y explicar la ciudad como un ente lleno de dinámicas y flujos sociales es función de algunas ramas del urbanismo, como ciudadana juarense convivo con la ciudad a partir de la oferta de la misma, y como profesional de la educación me comprometo a compartir eso que veo, aunque me tarde madrugadas en mal escribir para lxs pocos que se toman la molestia de leer(me).