sábado, 3 de septiembre de 2011

Una carta perdida...


Compañer@s de lucha, me encontre esta carta y me sorprendí por mis palabras, no puedo ni quiero evitarlo, la comparto al ciber espacio, un abrazo.

Mi querido CEP,
Les escribo desde este desierto del Estado de Chihuahua, y quiero comentarles que soy esclava del tiempo, de la distancia y de la modernidad, del transporte producto de la tecnología, así como las ciudades de la urbanización y la muerte del campo, se dice que estamos en tiempos pos modernos pero es algo que yo no entiendo, yo creo que entrarle al mundo moderno, es decir, la entrada del Infonavit y la construcción de las casitas me esclavizan a vivir en un espacio reducido como las celdas de la cárcel pero con la “libertad” de salir.
Soy esclava del tiempo porque tengo que llegar a horas apropiadas y establecidas a trabajar, soy esclava por la inseguridad de esta gran ciudad, soy esclava de militares y federales que me piden identificación pues soy sospechosa de ser criminal como el resto de la población juarense.
Soy esclava de las distancias, del transporte chatarra e indigno que círcula y contamina mi espacio, soy esclava de la contaminación que estos artefactos producen y que poco a poco van minando mi salud y la del resto del mundo. Soy esclava de la educación impartida por el Estado que no permite la conciencia crítica de lo que hay y se vive en el entorno. Soy esclava porque los libros y las y los maestros de educación básica no me dieron armas para pensar críticamente e hicieron de mi intelecto solo un banco de datos.
Soy esclava de doscientos años de independencia y cien de revolución, pero ¿acaso es todo lo que puedo ser? NO, ahora que soy esclava, ahora que veo al mundo tal y como es, tengo la necesidad imperiosa de dejar de ser esclava, quiero ser libre y gozar de ello, quiero que la libertad sea el común denominador de mi raza, la humanidad, ¿cómo lo puedo hacer? Habrá formulas que yo no conozca, pero sé de una que me ha funcionado, la alegría en combinación con la consideración por las otras y los otros.
Ahora que veo diferente y soy consiente de lo que me esclaviza, alzo la voz y comento con la gente de mi entorno lo que veo y no me parece que sea correcto, escucho otras opiniones y respeto cada una de ellas aunque no este de acuerdo con todas, me informo de lo que está en mis manos hacer para contribuir con este mi mundo, mi planeta. Hay pequeñas cosas que yo puedo hacer por mi y por mi raza, las cinco (y más que debe haber) acciones socialmente útiles propuestas por el CEP y todo su equipo es una de ellas, y yo propongo la comunicación como uno más.
Hablar, escuchar, conocer, compartir, aprender, enseñar, valorar a otros y otras, sacar lo mejor de cada situación y guardar los aprendizajes para futuras ocasiones. Es lo que nos puede liberar, unir fuerzas con la gente de nuestro entorno, usando las tecnologías a nuestro favor, y poniendo nuestros derechos como lo principal –sin afectar el derecho de otros y otras-, empatía y consideración, amor y alegría con la vida, con las personas, y con el ambiente.

Los quiere siempre mucho,

La comadre