Esta próximo mi cumpleaños número
37, estoy en una crisis existencial terrible, hay días en los que me cuesta
pararme de la cama, la razón muy simple, no soy feliz en mis empleos, estoy
rodeada de personas maravillosas en un sistema nefasto que provoca actitudes
que poco a poco merman mi espíritu de querer hacer lo mejor en cada espacio en
el que me coloco.
Probablemente este comentario sea
tomado como un “que flojera leer quejas” así que le anuncio que lo que viene es
mucho peor, voy a usar este espacio para describir el sufrimiento que estoy
cargando por no tener lo que quiero ahora mismo.
De niña me enseñaron que yo puedo
hacer todo cuanto me proponga, jamás me dijeron que eso tiene un precio muy
caro, estudie lo que quise sin consultar a nadie, mi profesión es la educación,
mi maestría es lo social y mi casi doctorado es la ciudad, valen madre los
títulos cuando no se agacha la cabeza, cuando se proponen demasiadas cosas
cuando la austeridad esta metida en toda la administración pública de mi país, estado,
ciudad y universidad.
Cada vez es más lejano ese sueño
de ser profesora investigadora de tiempo completo o de ejercer un puesto de
alta dirección para lo que creí estarme preparando toda mi vida, pienso mucho
que ya es hora de entender que debí quedarme en mi barrio, trabajando de
operadora, ahora mismo tendría 21 años como trabajadora con seguridad social,
pero no, ahí voy a brincar la barda para prepararme para una vida mejor,
pendeja, ¿qué vida? Si trabajo como burra 12 horas o más al día en dos empleos
“flexibles” que me permiten llevar y traer a mi hijo a la escuela y a nadar, no
me da tiempo de preparar comida ni de hacer la tarea con él pero lo puedo ver
más que otras que le jornalean todo el día por una tercera parte de lo que yo
gano, ni hablamos de relaciones de pareja porque ese ya es un tema vedado.
Pero me enoja mucho no tener para
el cine o para las vacaciones con mijo, dependo del servicio médico que me paga
mi expareja porque no he tenido dinero para el divorcio y ese fue el trato, me
molesta vivir en casa de mi hermana, una casa que yo pago pero que no es mía,
gasto mucho en despensa y servicios, y pocas veces cenó lo que a mí me gusta y
me quedo dormida a los cinco minutos de prender la tv, y ni hablar de ropa de
marcas prestigiadas porque eso ya se torna ridículo. Mi hijo no tiene lujos, lo
llevo a escuela pública y la natación es con media beca que consigo porque su
padre es catedrático universitario, pero el deporte es caro así que la pensión
paga parte de eso.
Mi doctorado está detenido porque
no tengo tiempo ni energía de agregar los comentarios de mis lectores y sin eso
mis directores no me leen, pero me pregunto, ¿para que quiero otro pinche papel
en mi escritorio? Si al parecer no he trabajado lo suficiente para que mi
nombre este en las colaboraciones que hago, para qué si la situación está
difícil para todas las personas de mi generación y viene peor para las más
jóvenes.
Mucho he dicho que mi papel de
madre/autónoma/ trabajadora me tiene amolada, pero tal vez sea hora de reconocer
que no tengo lo que se necesita para estar en mejor posición, tengo amigas más
jóvenes que ya tienen un trabajo estable y con beneficios sociales, tal vez es
tiempo de reconocer que me equivoque de camino, tal vez es hora de tirar la
toalla, ha pero como se batalla cuando lees tantas cosas de autoayuda y
positivismo, cuando le crees a las amistades y amores que eres única, chingona,
valiosa para el mundo, como cuesta dejar todo intento de ir por más cuando
volteas y te das cuenta de que no depende del esfuerzo personal sino de la
porquería de sistema en que vivimos, como cuesta soltar cuando un niño depende
de tu ejemplo de valor y fortaleza.
Hoy me siento, triste derrotada.
Hoy quiero llorar por tanto dolor
que siento al darme cuenta de mis “privilegios” porque eso significa que si yo
que estoy del otro lado no tengo lo que necesito para la dignidad de la vida,
¿Qué será de quienes no saltaron esa barda, de quienes no llegaron a la escuela
o la dejaron a medias? Si yo que me esfuerzo tanto en cada espacio en que me
presentó, no logró más que burlas, críticas y regaños por no quedarme callada,
¿Qué será de quiénes no saben que pueden hablar, de a quienes el silencio les
acompaña por siempre?
Estoy cansada de caminar por
metas que ya no sé si alcanzaré, y me muero de vergüenza porque ello implica
perder mi discurso de ánimo a mis estudiantes que confían en lo que mañana les
diré en clase, ¿Qué les digo ahora que estoy derrotada? ¿Cómo les pido que
exijan sus derechos si yo no puedo con los míos?
De donde salen los ánimos cuando
se ha perdido la esperanza, falta poco más de un mes para mi cumpleaños y la
neta, neta, ya no quiero llegar, prefiero volver allá donde mis 6 años tumbada
de panza en la casa de mi ama, comer boli de coco azul y preocuparme solo de
sentir la felicidad de ver a mi madre jugar con los gatos y ver el sol entrar
por la puerta de una casa que por cierto tampoco era de mi madre aunque ella la
pagaba.