Otra de urbanitas
Una vez el amigo Ed Rabbit me preguntó acerca de cuánto
tiempo me llevaría empezar a expresar la vida como una urbanista, mi respuesta
fue que tal vez nunca lo conseguiría porque mis estudios y experiencias
profesionales no habían estado orientadas desde ese enfoque, y aunque a mis 35
dulces años de vida sigo en la búsqueda del saber, es muy complicado cambiar de
disciplina de manera absoluta, sin embargo, ha sido una reflexión que se quedó
dando vueltas en mi mente desde entonces y a casi tres años de haber ingresado
al programa de Doctorado en Estudios Urbanos veo una lenta iniciación en el
ámbito, cosa que se avecina como producto de mis andares en esta caótica Ciudad
Juárez (me rehúso a llamarla “heroica” pues es como si aceptará todas las
desgracias sociales y urbanas como si esto fuera la ‘Rosa de Guadalupe’), que
me han llevado a recabar información sobre las mujeres que son madres y
trabajadoras de maquila, esto como parte de la propuesta metodológica que lleva
mi investigación doctoral pero de la que no te contaré más para no aburrirte, a
lo que si quiero llegar es a compartir una precoz reflexión acerca de cómo voy
con este asunto de las expresiones urbanistas.
El asunto es que he batallado un montón para aprender los
asuntos de las teorías que explican desde lo urbano por qué estamos como
estamos en las dinámicas de la ciudad y de lo que me he dado cuenta es que no
puedo desde este ámbito en solitario explicar lo que veo, que jamás son
explicaciones sino quejas y críticas al entorno, por lo que me veo en la
necesidad de recuperar los principios formativos profesionales de los que soy
producto, es decir, soy una profesional de la educación y la mayor parte de mi
experiencia ha sido en esta esfera a través de la capacitación como un medio
que me ha permitido hacer por mi ciudad más que un soldado adiestrado para
seguir ordenes de la administración federal, y esto llegó a mi mente porque
necesito poder expresar lo que veo de mi ciudad (como urbanista) a través de lo
que vivo y soy en lo cotidiano (profesional de la educación).
Sirva todo lo anterior para abrir este nuevo proyecto, te
contaré de mi ciudad así como yo la veo, y la vivo, de la misma manera que lo
comparto con mis estudiantes, pero sin la presión de un proyecto final, tal vez
pueda elaborar varias secciones a partir de hoy pero por lo pronto la propuesta
es contar cómo vivo la ciudad pero como no soy mucho de andar en la calle, salvo
para mi trabajo de campo, lo que hay es una opinión acerca de los servicios de
consumo que la ciudad ofrece, no hay mucha tela para cortar pero usaré mis
experiencias para expresar que yo observó que el área de servicios va en
decadencia en esta ciudad que siempre se ha caracterizado por ser hospitalaria.
La capital del mal servicio…
Cuando niña mi madre y mi padre pocas veces me llevaron al cine,
por lo que no crecí con esa afición pero cuando conocí al papá de mi jijo hace más de una década, me
compartió su gusto por la actividad y yo la acepté sin mayores complicaciones,
aunque confieso que no puedo ir si estoy cansada porque seguramente me quedaré
dormida media película o más, sin embargo, voy con gusto si mi jijo o mi sista
me dicen que hay algo bueno para ver, y todo bien hasta aquí porque uso la
tecnología para comprar mis boletos y me ahorro las grandes filas en las que si
no llegas con suficiente tiempo y paciencia pudieras perder la oportunidad de
entrar a la sala que esperabas, pero por medio de una app no puedo comprar
palomitas o el snack que mi chaparro quiere y aquí empiezan mis problemas,
porque ir al cine y no comer palomitas siento como que es no ir porque además
lo que yo recuerdo con agrado de ir al cine con mi apa y mi ama es eso precisamente el
olor a cine que te dan las palomitas, por lo que empieza la aventura de comprar
las chucherías que siempre exceden mi presupuesto y que son 10 veces más caras
que si compras en la tiendita de tu barrio, pero el colmo de males es cuando
tienen el servicio abierto pero no las cajas para poder comprar ¿de qué se
trata? ¿alguien más nota esto o soy solo yo y mi forma picky de ver el
servicio? Una esperaría que si la película inicia a las 4:35 puedas llegar al
cine a las 4:20 y usar 15 minutos para surtir tu horrible charola azul, que
además siempre está sucia, pero si llegas a esta hora pudieras estar en tu
asiento seleccionado, desde tu bello cel que tu hermano te regalo en navidad, a
las 5:10, es decir, casi una hora después de lo previsto, ¿exagero?, no, tengo
amistades que en más de una ocasión me han comentado que prefieren ir al cine los lunes
en la mañana y llevar sus propios chocolates que aguantar todo esto que les
cuento, ahora trataré de explicar.
Ir al cine por estos días es lidiar con mucha gente que como
yo quiere pasar un rato agradable, pero todos en conjunto frente a una
franquicia que no contrata suficiente personal de servicio, que no
capacita lo suficiente para este fin, que para acabar de completar el panorama
no surte su despensa para poder satisfacer la demanda de productos que se
ofertan, que cierra las ventas a la hora que programa el uso de sus salas al máximo pues lo que se obtiene por resultado es gente como yo pidiendo a la ‘Rosa de
Guadalupe’ que la película realmente valga el sacrificio de pasar por ahí, lo
único que me falta expresar es que hay niveles, que no todo es generalizable
independientemente de la franquicia de la que se trate, también depende de la ubicación,
mi experiencia me dice que las mejores pantallas están en sendero, pero que es
en donde peor servicio de chucherías hay, que en plaza Zaragoza el servicio es
bueno por parte del personal pero nunca tienen lo que ofertan, que en américas
es bueno el servicio y sus productos pero en sus salas te da torticolis por la
mala posición de la pantalla y lo inflexible de los asientos para salas
diminutas. Total, que es un fiasco ir al cine en esta ciudad porque es
excesivamente caro y excluyente de las mayorías que están en el margen de la
economía juarense.
La observación sobre cómo se desarrollan los servicios, la
identificación de las causas y efectos de éstos son los principios básicos de
la capacitación; observar y explicar la ciudad como un ente lleno de dinámicas
y flujos sociales es función de algunas ramas del urbanismo, como ciudadana
juarense convivo con la ciudad a partir de la oferta de la misma, y como
profesional de la educación me comprometo a compartir eso que veo, aunque me
tarde madrugadas en mal escribir para lxs pocos que se toman la molestia de
leer(me).
No hay comentarios:
Publicar un comentario