viernes, 10 de marzo de 2017

Cómo...



Cómo comenzar una conversación diferente en la ciencia, cómo desterrar lo que una es para no producir el sesgo científico, cómo se olvidan los sentimientos de culpa y abandono cuándo trabajas para el bienestar familiar. Cómo se evitan los gritos y reclamos de frustración cuando llegas a casa luego de un largo día de trabajo que cierra con clases de un segundo idioma, que todo mundo jura que te abrirá las puertas a nuevos mundos y mejores oportunidades, para encontrar a un hijo despierto pasadas las 10 de la noche y que bien sabe tendrá que madrugar para ir a la escuela.
Cómo se hacen rendir las horas para ser madre de calidad, investigadora social de temas urbanos, maestra de un programa educativo, deportista, y buena amiga, cómo se descartan las ganas de querer seguir siendo hija y hermana, cómo se borran los trastes sucios y se releen los feminismos epistemológicos para la construcción de las nuevas teorías que nos ayuden a comprender y a transformar un mundo que ya no queda bien en el calzado de la mitad de la población mundial.
Cómo se borran los sentimientos de angustia ante la crítica social por ser madre que trabaja y estudia, cómo se amplía el rendimiento de los dineros cuando se rebajan las unidades de medida para proteger al Estado contra la inflación que él mismo provoca. Cómo se lee sobre geografía feminista cuando sólo se conoce una parte del mapa, cómo se olvida una de historias y añoranzas mientras espera una asesoría por Skype y cómo se releen los clásicos para generar otras posturas filosóficas que dejen comprender la locura realidad.
Cómo se lee en voz alta “el beso más largo del mundo” mientras un hijo desayuna medio vaso de licuado (platano, fresa y simulacro de leche) y el café se enfría, cómo ser sororal cuando no hay otras a quién sororar, cómo se evita la sensación de soledad cuando se tiene al mundo entero sobre los hombros, cómo se respira bajo el agua para perder el miedo a los dos metros de profundidad que conlleva un posgrado doctoral.
Cómo se viven los viernes de fiesta que empiezan a las 6:30 de la mañana y cierran al cinco para la media noche y el tequila, las chilindrinas y las amistades no aparecen, cómo se quedan las letras de cinco o seis libros en un nuevo verbo capitular con innovación y creatividad.
Cómo se obvian los períodos menstruales que bajan las pilas y alzan las angustias que se hacen presentes en protuberancias faciales y en ganas de comer tostaditas con chile en lugar de entrarle al trabajo de campo para ver stranger things en el espacio urbano, cómo se desdibujan las añoranzas de un mundo feliz contigo, pero sin ti.
Cómo se regresa al mundo real, cómo se sale del ensueño de las ausencias parentales, cómo se olvida el cuerpo para ser sólo mente, cómo se evita el dormir para pernoctar las letras de otros entes creativos que llegaron antes y así desaparecieron, cómo encontrar lo que dejaron oculto en el fondo del mar de dudas que la maternidad y la ciencia se esmeran en navegar.

Cómo…

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