Cómo comenzar una conversación diferente en la ciencia, cómo
desterrar lo que una es para no producir el sesgo científico, cómo se olvidan
los sentimientos de culpa y abandono cuándo trabajas para el bienestar
familiar. Cómo se evitan los gritos y reclamos de frustración cuando llegas a
casa luego de un largo día de trabajo que cierra con clases de un segundo
idioma, que todo mundo jura que te abrirá las puertas a nuevos mundos y mejores
oportunidades, para encontrar a un hijo despierto pasadas las 10 de la noche y
que bien sabe tendrá que madrugar para ir a la escuela.
Cómo se hacen rendir las horas para ser madre de calidad,
investigadora social de temas urbanos, maestra de un programa educativo,
deportista, y buena amiga, cómo se descartan las ganas de querer seguir siendo
hija y hermana, cómo se borran los trastes sucios y se releen los feminismos
epistemológicos para la construcción de las nuevas teorías que nos ayuden a
comprender y a transformar un mundo que ya no queda bien en el calzado de la
mitad de la población mundial.
Cómo se borran los sentimientos de angustia ante la crítica
social por ser madre que trabaja y estudia, cómo se amplía el rendimiento de
los dineros cuando se rebajan las unidades de medida para proteger al Estado
contra la inflación que él mismo provoca. Cómo se lee sobre geografía feminista
cuando sólo se conoce una parte del mapa, cómo se olvida una de historias y
añoranzas mientras espera una asesoría por Skype y cómo se releen los clásicos
para generar otras posturas filosóficas que dejen comprender la locura
realidad.
Cómo se lee en voz alta “el beso más largo del mundo”
mientras un hijo desayuna medio vaso de licuado (platano, fresa y simulacro de
leche) y el café se enfría, cómo ser sororal cuando no hay otras a quién sororar,
cómo se evita la sensación de soledad cuando se tiene al mundo entero sobre los
hombros, cómo se respira bajo el agua para perder el miedo a los dos metros de
profundidad que conlleva un posgrado doctoral.
Cómo se viven los viernes de fiesta que empiezan a las 6:30
de la mañana y cierran al cinco para la media noche y el tequila, las
chilindrinas y las amistades no aparecen, cómo se quedan las letras de cinco o
seis libros en un nuevo verbo capitular con innovación y creatividad.
Cómo se obvian los períodos menstruales que bajan las pilas
y alzan las angustias que se hacen presentes en protuberancias faciales y en
ganas de comer tostaditas con chile en lugar de entrarle al trabajo de campo
para ver stranger things en el
espacio urbano, cómo se desdibujan las añoranzas de un mundo feliz contigo,
pero sin ti.
Cómo se regresa al mundo real, cómo se sale del ensueño de
las ausencias parentales, cómo se olvida el cuerpo para ser sólo mente, cómo se
evita el dormir para pernoctar las letras de otros entes creativos que llegaron
antes y así desaparecieron, cómo encontrar lo que dejaron oculto en el fondo
del mar de dudas que la maternidad y la ciencia se esmeran en navegar.
Cómo…
Te admiro
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