Hoy es 9 de marzo creo, no recuerdo más, ¿Dónde estoy?, no lo sé, aquí sólo
hay una mesa, una silla, una vela y este papel y lápiz. No escucho los llamados
de un hijo que yo sé bien que tengo, pasan las 8 am y no sé si llegó a su
primera clase, no lo alimente, o no me acuerdo haberlo hecho. No sé dónde
estoy, no escucho nada ni a nadie. No di clase estoy segura, no llegue a mis
salones donde atiendo a 210 estudiantes a diario, no más verbo to be por hoy.
Estoy sola y no sé dónde…
Así imagine que sería este día, pero es diferente, desperté temprano en mi
cama, con la seguridad que brinda el haber trabajado por casi 23 años hasta la
fecha, en una casa que no está a mi nombre pero que yo pago, con luz, agua,
alimento y mis medios de comunicación apagados a voluntad. Dormí un poco más de
lo habitual y me he alimentado sin prisas hoy, pero mi hijo que tiene malos
hábitos de codependencia maternal no se ha alimentado a esta hora (pasan las
12). Hoy es día de nadar y su padre vendrá por él, pero ni siquiera sabrá si
está listo para ir en buena condición porque no es habitual que tenga que
preocuparse por ello. No soporto más y pego de gritos, lo regaño y lo obligo a
ver por sus alimentos, esto es tan dificil, yo misma no tengo control sobre mis
propias cargas familiares y sociales, las del género.
Mi vecina del tres se escucha en lo cotidiano, y doña Meche se prepara para
ir a su esquina a vender gorditas como lo ha hecho en los últimos 55 años.
Ahora no sé cuántas mujeres están en paro, o sí solo soy yo con mis letras.
Hoy no uso internet, no netflix, no Facebook, no watsapp, ni spotify, por
lo tanto, abandone mi celular, aunque está encendido, bien sé que no sonará
porque ya no es habitual que alguien me llame más allá de Telcel.
De mi hermana no hablaré, porque ella tiene sus propios procesos y no soy
quien para hablar de ello.
Ayer mi padre se vio triste, resignado por la dinámica que hoy nos
esperaba, se limitó a decir, que él ya sabe lo que se sufre sin una mujer en
este mundo y que espera que los demás entiendan que somos importantes para la
vida, su ánimo era de mucha tristeza. Y hasta pensó en llevarse a mi hijo a su
casa para atenderlo el día de hoy. Agradecí el gesto, pero advertí que ya mi
hijo puede atenderse solo, ahora no estoy segura de ello.
No sufro más allá de esto, veo Friends
en una colección pirata de dvd que mi mejor amigo me regaló hace algunos años,
uso un dvd que estaba arrumbado en mi clóset al que llamo Narnia. Son casi las
8:30 de la noche, me duele la cabeza y los brazos de tanto escribir. Dedique el
día a leer sobre género, a reflexionar sobre mi práctica docente, sobre mi rol
de madre. Me dedique a trabajar con calma algunos pendientes, a comer sin
prisas, me doy cuenta de las opresiones de mi propio cuerpo, hoy he podido
pasar al “pipis room” las veces que
necesite hacerlo y no como el resto de los días que voy a la hora que se puede.
Pensé en los errores de otras, y vi los propios. Me siento mal. La opresión
está en la médula ósea de lo social. Y lo peor es que las que ya hemos visto la
injusticia estamos luchando por la justicia para todas, mientras el resto nos
llaman flojas o violentas. Triste realidad que ahora estoy segura no cambiará
pronto. Llegue adolorida al paro pero con esperanza, regreso adolorida y sin
esperanza, es casi 10 de marzo, solo son tres horas más para volver a lo
cotidiano de una vida privilegiada construida por mí, y una vida sin
privilegios para las familias de las cientos de mujeres asesinadas y
ultrajadas, desaparecidas en mi ciudad llena de baches para acabar de
chingar.
Nota:
Recién despierto a la realidad, había 57 mensajes en mi celular, uno de messenger donde me reciben con la lucha abierta por mi desaparecida y por las otras cientos reales perdidas. 24 notificaciones en facebook que siguieron mostrando la falta de empatía con el movimiento, 31 mensajes de watsapp, solicitando datos, información, o más muestras de enfado machista. Un correo electrónico demandando información sobre que hacer con los reprobados en la prepa. Nada ha sido contestado, pero seguro que en las carreras de esta tarde me pondré al día.
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